Imagina que tus colaboradores están a punto de asistir a una formación en soft skills. Pero esta vez, no se trata de una “típica” sesión con diapositivas interminables y monólogos aburridos, o una sesión «vivencial» con objetivos pedagógicos pocos claros.

En su lugar, al entrar en la sala, se encuentran con un formador animador que, acompañado por uno o dos actores profesionales, convierte tu sala de formación en un vibrante espacio de aprendizaje. La sesión comienza. El formador introduce puntos teóricos de la temática del día, y de repente, los actores toman el relevo. Con una sucesión de representaciones teatrales, role playing o teatro interactivo, conceptos abstractos cobran vida ante los ojos de los participantes.

El formador se encarga de proporcionar las bases teóricas necesarias, contextualizando cada concepto para que sea relevante y aplicable a los desafíos diarios de tu equipo. Además, coordina ejercicios pedagógicos diseñados para fortalecer las habilidades y conocimientos adquiridos, asegurando una gestión fluida y eficiente del grupo.

Los actores, por su parte, aportan vida y energía a cada sesión. A través de representaciones teatrales, juegos de roles y teatro interactivo, crean un ambiente en el que el humor, el dinamismo y el toque humano son esenciales. Este enfoque no solo mantiene a los participantes atentos y comprometidos, sino que también facilita una comprensión más profunda y práctica de los contenidos.